(C) Global Voices This story was originally published by Global Voices and is unaltered. . . . . . . . . . . Dejemos de normalizar la cultura del ruido en Latinoamérica [1] ['Lucía Jiménez Peñuela'] Date: 2024-06-03 En la pantalla aparece un personaje intentando dormir pero no puede debido al ruido de al lado. Va a donde su vecino que al principio no le escuchó, pero ahora le responde con un disparo. No es el guión de un gag cómico de una caricatura, sino la realidad. Durante la celebración del día de las madres en Colombia, en la madrugada del pasado 12 de mayo, un hombre de 50 años es asesinado por sus vecinos, luego de pedirles que le bajan al volumen en medio de una celebración. Estas escenas son comunes en Colombia y en Latinoamérica, que no solo hablan de la intolerancia que existe entre conciudadanos, sino del problema cultural profundo que se tiene respecto al uso y abuso del volumen. Si bien, es sabido que, el ruido de una explosión puede causar perdida de audición, lo cierto es que, también puede ocurrir poco a poco por la exposición continúa a sonidos fuertes como escuchar música con auriculares a un volumen alto, o estar cerca constantemente de música fuerte. En 2013, la Organización Mundial de la Salud estimó que 360 millones de personas presentan pérdida auditiva, es decir, un 5,3 por ciento de la población mundial; de éstos, 32 millones son infantes. En Colombia, para 2015, cerca del 11 por ciento de la población total, presentaba problemas de audición. Entre la población laboralmente activa de 25 a 50 años, se estima que la prevalencia de la pérdida de audición por exposición a ruido es de un 14 por ciento. En un día cualquiera, el semáforo no ha cambiado y ya los conductores empiezan a pitar. Los buses pitan estruendosamente cada vez que hacen una parada. Al abordar el transporte público, la gente oye su música o ve videos en el celular, sin audífonos. En la calle, personas de a pie y en moto, llevan bafles con luces coloridas, con el volumen a mas no poder. Hay que sumarle a esto, las bicicletas con motor que generan una contaminación auditiva absurda, que compite con la de motos dignas de una escena de «Rápidos y Furiosos.» Están quienes hacen fiestas en las azoteas de los edificios o en los salones comunales, que se oyen en toda la cuadra, y que pueden durar días enteros. Ni siquiera se encuentra respiro al momento de comer. En los restaurantes, varios televisores con partidos de futbol que se escuchan a varias calles. Cada local tiene su propio bafle. Los consultorios médicos que en décadas atrás tenían en su decoración un afiche con una enfermera haciendo la seña de silencio, ahora tienen televisores y permiten que cada quien tenga su celular al volumen que le plazca. En ciudades como Bogotá, se supone que la policía interviene cuando hay vecinos ruidosos, no obstante, quienes han pasado por esta experiencia, saben que es poco seguro que hagan algo al respecto, ahondando así en mas problemas para la convivencia ciudadana. Y en las unidades residenciales, la figura del administrador, tampoco es que sirva para mucho en esta temática al menos. Al respecto, el proyecto de ley sobre la contaminación acústica (Ley contra el ruido), liderado por el representante a la Cámara Daniel Carvalho, busca establecer lineamientos para la formulación de una Política de Calidad Acústica en el país, que garantice el bienestar de las personas, pero también de la flora y fauna de los ecosistemas, a través de ambientes libres de ruido, actualizando así la normatividad vigente en Colombia. La construcción del proyecto de ley fue participativa, en donde se escuchó a las autoridades y organizaciones ambientales, la academia, pero además a quienes resultan afectados por el ruido. La iniciativa, aparte de apoyar el proyecto ley, busca el compromiso de la ciudadanía, con el «Manifiesto de la Serenidad«. El Manifesto pide mantener una sana y respetuosa convivencia con los vecinos; evitar usar parlantes en espacios públicos; utilizar con volumen moderado los dispositivos de audio y televisión; implementar técnicas de conducción amigables con el ambiente, no usar el pito sin necesidad y preferir la movilidad sostenible; y hablar en lugares públicos o privados en un tono de voz moderado. Ante la sobrexposición a estrés auditivo, una posible opción si se cuenta con los recursos económicos, es mudarse a las afueras de la ciudad. Sin embargo, esto implica mayores tiempos de desplazamiento, y tarde o temprano, allí también llegara la irresponsabilidad de los dueños de bafles. Otra opciones, que también requieren de una gran cantidad de dinero, son las remodelaciones con aislamientos acústicos, sistema caja dentro de una caja, similares a los que deberían usar bares y discotecas. Esto, sin descuidar la ventanería antiruido, que usa vidrio templado de mayor grosor y cámara de aire. Soluciones, algo mas económicas y portables, porque el ruido no es solo en los lugares de vivienda, sino además en las calles, son los tapones con cancelación de ruido, tapones antiruido, y/o moldes para descanso. Cada vez es mas común escuchar de alguien que los usa para dormir, trabajar, o en su día a día. Usar auriculares con ruido blanco, browniano, de lluvia, pueden ayudar a la concentración. Los auriculares Anti Ruido con o sin cancelación de ruido, son apropiados para personas con síndrome de asperger y con trastorno del espectro autista, TDHA y con sensibilidad a los ruidos fuertes. Estos auriculares son cascos anti ruido para situaciones en las que queramos reducir el sonido como; estudiar, en conciertos, para dormir, en el teatro, eventos, y en cualquier situación en que el ruido es demasiado molesto. La música, que debería ser una fuente de placer, ya que libera dopamina en el cerebro, se vuelve ridículamente insoportable cuando se transforma en un elemento de poder sobre los demás. Porque, quien controla la fuente de ruido, controla la salud de quienes están a su alrededor. Es tiempo de dejar de normalizar la cultura del ruido. Concienticémonos de como mi sonido afecta mi entorno. Algo tan insignificante como un pitido repetitivo en el celular, puede estar causando serios problemas a quien está sentado a mi lado. Entendamos que el ruido causa no solo perdida auditiva, sino además, migraña, frustración, miedo de llegar a la casa, desespero y hasta ganas de morir. 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