El hombre roto Antes de nada, te advierto lector(a) que Simone de Beauvoir no tiene vela en este entierro, ya no recuerdo el texto escrito por dicha dama pero estoy seguro que ella no usa el termino “roto” literalmente y yo si. Aún soy joven, estoy en la mitad de los 30s pero hecho pedazos. No hablo de corazones rotos o sueños hechos trizas, me refiero a las partes de mi cuerpo. Primero me abrí el craneo cuando tenía 6 o 7 años, me gaché a recoger algo del piso y al momento de levantar la cabeza me golpeé con la esquina de un mueble,la sangre a borbotones escurría por mi nuca y gotas del tamaño de 1 Peso de aquellos que tenían la imagen de Morelos caían alrededor de mis pies. Un medico vecino se encargó de parchar el hueco, pero sospecho que algunos pensamientos salierón junto con mi sangre, pués a partir de entonces no fuí el mismo y me convertí en este que soy ahora. Después a los 9 años, corriendo por el patio de la escuela me tropecé y como Juan Pablo II, besé el suelo, con la diferencia que el solo dejaba su saliva y yo además dejé la mitad de los dientes incisivos superiores (años despuès un dentista me quitó también un canino). En esa escuela fué donde la conocí y me gustó. A los 13 años, me fisure un hombro, en el hospital me colocarón vendas con yeso dejando mi brazo izquierdo inmovil, pegado a mi barriga dificultandome hacer algunas cosas; afortunadamento solo anduve por ahí con pose de Emperador frances un par de semanas, hasta que otro médico amigo de la familia estando borracho me liberó del yeso mientras vociferaba lo pendejos que erán los médicos del hospital. Cuando cumplí 24 años la encontré nuevamente, aún me gustaba y me enamoré; juntos plantamos dos gardenias mientras soñábamos vivir felices por siempre. Pero las gardenias se marchitarón y solo un retoño quedó, poco después del brote de este retoño me corté los testículos; parece exagerado y doloroso, no es así, solo fué una estupidez que no dolió practicamente nada; solo hice una pequeña incisión en la bolsa de las canicas y corté un par de tripas que hay ahí dentro. Hace 7 años caminando rumbo a casa sufrí una caida que resultó en una rodilla destrozada (no preguntes como, aún no recuerdo ese suceso con claridad), para ese momento ella se había marchado ya llevandose el único retoño. Otro médico, esta véz desconocido hizo un buen trabajo de carpintería que me permitió caminar otra véz cojeando y ocasionalmente con ayuda de bastón (asi es, 35 y con bastón). Es así como me convertí en “el hombre roto”, hay veces (cuando me acuerdo de ella) que para terminar la historia pienso en cortarme la cabeza, pero el retoño me da esperanza y así en pedazos me muevo en el mundo sin lamentos ni culpas hasta el día que sea tiempo de colgar las botas y dejar este camino. Tal véz (aunque amar duele) sea capáz de recuperar también a esa que se fué, para reconstruir los corazones rotos y pegar con cinta “Scotch” los sueños hechos trizas, así este cuento tendría un final felíz. E. Celis, Mayo 2013